¿Es beneficioso el uso de etiquetas en el diagnóstico psicológico?

Existe la tendencia a pensar que el psicólogo se dedica a diagnosticar a todo paciente que acude a consulta, poniendo en todos los casos una etiqueta con la que el paciente se identifica. ¿Hasta qué punto puede ser bueno este hecho?
Según la corriente político-social, la patología implica en realidad exclusión social. Si quitásemos la etiqueta, dejaría de existir la psicopatología, pasando a hablar únicamente de la existencia de diferencias. (Basaglia, 1978; Cooper, 1967).

No obstante, en Psicología, contar con un criterio de clasificación diagnóstica estandarizado es fundamental (Hansen, 1985). Permite una óptima comunicación y coherencia entre los distintos profesionales, además de permitir al paciente entender qué le pasa, a qué se debe su sufrimiento y cómo hacerle frente mediante el tratamiento adecuado, pero no busca en ningún momento la estigmatización.
Complejidad e incertidumbre
Aún así, cabe destacar que el criterio diagnóstico no es rígido e inamovible, sino que, como en la mayoría de ámbitos de ciencia básica, se sigue constantemente investigando y llevando a cabo modificaciones. Además, en la aplicación clínica, el terapeuta es consciente de que no todo paciente va a traer los síntomas de una determinada clasificación diagnóstica de forma literal, sino que contamos con la variabilidad individual y diferentes contextos sociales y culturales de desarrollo.
Conclusión
En conclusión, la finalidad de poner etiquetas en la práctica clínica es beneficiosa. Ahora bien, el psicólogo debe comunicar los resultados del diagnóstico de manera adecuada, teniendo en cuenta la alta influencia del lenguaje (Vygotsky, 1987). Por ejemplo, si se diagnostica un Trastorno Depresivo en un paciente, es importante dejar clara la diferencia entre la persona y su trastorno. Debe comprender que “tiene depresión”, pero NO “es depresiva”.
El último caso puede conducir al individuo a asumir que su situación no puede cambiar, por lo que utilizará dicha etiqueta para justificar determinadas conductas. Por contra, si asume que “tiene depresión”, con mayor probabilidad contemplará la posibilidad de cambiar dicho problema, de intervenir de forma consciente junto con su terapeuta y contexto. (Medina, 2013).
Y tú, ¿Cómo utilizas las etiquetas, para ayudar al paciente y satisfacer sus necesidades o como método de alineación social, dejándolo de lado?

Referencias bibliográficas
Huerta, L. (2017). Extrañamiento y estima de personas diagnosticadas con trastornos mentales. Universidad Autónoma Metropolitana. México.
Medina, R. (2013). El diagnóstico psicopatológico como marco social organizado: ontología y epistemología. Revista Mexicana de Investigación en Psicología, 5(2), 167-174.
Vigotsky, L. (1987): Historia del desarrollo de las Funciones Psíquicas Superiores, Ed. Científico Técnica, Ciudad de la Habana Cuba.
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