Psicología Ambiental: Cómo el ambiente afecta a nuestra atención

Introducción
La psicología ambiental es una subdisciplina bastante reciente de la psicología aplicada. En esta se estudia cómo el ambiente influye en la conducta y qué consecuencias psicológicas conlleva. Dentro de esta encontramos la neuropsicología ambiental, que, además de utilizar la psicología, introduce la neurociencia para idear espacios urbanos que fomenten la creatividad, el aprendizaje, la relajación y la salud. (Anthes, 2021)
En la entrada de esta semana me gustaría mostraros algunos estudios en los que se ha analizado cómo el entorno afecta a nuestra atención.
La altura de los techos
En 2007, Joan Meyers-Levy, profesora de marketing en la Universidad de Minnesota realizó una investigación para ver si la altura de los techos afectaba a la concentración de los alumnos a la hora de llevar a cabo actividades escritas. Para ello, seleccionó aleatoriamente a 200 individuos, donde, una mitad respondió a unas preguntas sobre deportes bajo un techo de 3 metros, y la otra mitad respondió a las mismas preguntas bajo uno de 2,40 metros.
Se observó que los participantes que estuvieron bajo el techo más alto respondieron a las preguntas abiertamente, así como si les gustaba o que les parecía el deporte. En cambio, los que estuvieron bajo el techo más bajo, respondieron más concretamente, con datos específicos.
En definitiva, la investigadora concluyó que los techos bajos fomentan más la concentración que los altos. Aún así, especificó, al finalizar su estudio, que no solo son las características físicas del entorno lo que interfiere en el individuo, sino su propia percepción del mismo. Poner espejos o pintar de colores claros las paredes también puede dar sensación de un lugar amplio, cuando en el fondo no es así. (Meyers-Levy & Zhu, 2007)
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Las vistas de tu habitación
Te voy pedir que, si tienes alguna ventana cerca, pares de leer y, durante unos segundos, la observes. Mira cuanta naturaleza puedes alcanzar a ver a través de esta y, si hace un día soleado, cuanta luz desprende hacia el interior. Si observas ambas cosas en gran cantidad, estás de suerte. A través de diferentes investigaciones se ha comprobado como la luz natural y los espacios verdes mejoran la capacidad de atención. He aquí una de ellas.
La psicóloga ambiental Nancy Wells realizó un estudio en el 2000 en el que analizó el comportamiento de niños de 7 a 12 años de edad tras una mudanza familiar. Al comparar la diferencia de vistas que había entre la casa nueva y la antigua observó que, en las casas con panoramas más verdes, los niños conseguían mejores puntuaciones en una prueba de atención estándar. (Wells, 2000)
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El verde y el TDAH
El arquitecto paisajista Willian Sullivan et al, de la Universidad de Illinois, estudiaron cómo la naturaleza podía modificar el comportamiento de niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Para ello, pidió a padres de 96 niños con este trastorno que observarán la capacidad de concentrarse de sus hijos en actividades académicas (deberes o instrucciones verbales) tras haber realizado distintas actividades de ocio. Estas podían ser jugar a videojuegos, al fútbol o ir de pesca, en las que se les exponía a distintos grados de verdor.
Los padres indicaron que los síntomas del trastorno en sus hijos se aligeraban después de contemplar espacios verdes o permanecer en ellos. (Sullivan et al, 2001)
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Efecto restaurador y la biofilia
Los hallazgos a los que se llegaron en estos dos últimos estudios pueden deberse a la biofilia y el efecto restaurador.
La biofilia explica que los seres humanos mostramos una tendencia innata a responder de forma positiva a la naturaleza y es que, al fin y al cabo, nuestra especie evolucionó en espacios verdes. Por lo tanto, somos más eficaces cuando estamos en contacto con la naturaleza.
Para añadirle aún más peso a este término, los psicólogos Stephen Kaplan y Rachel Kaplan establecieron el efecto restaurador. Este explica que los ambientes urbanos pueden causar fatiga debido a la gran cantidad de estímulos visuales que hay, mientras que en un entorno natural apenas cuesta esfuerzo y ofrece a la mente un descanso. Es más fácil procesar unos arbustos que la gran cantidad de objetos que puedes tener en tu casa. (Kaplan & Kaplan, 1998)
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Bibliografía
-Anthes, E. (2021). Arquitectura con cabeza. Cuadernos Mente & Cerebro, 10(30), 62-69.
-Meyers-Levy, J. & Zhu, R. (2007). The Influence of Ceiling Height: The Effect of Priming on the Type of Processing. Journal of Consumer Research, 34(2), 174–186.
-Wells, M. (2000). At Home with Nature: Effects of “Greenness” on Children’s Cognitive Functioning. Environment and Behavior, 32(6), 775–795.
-Sullivan, W. et al. (2001). Coping with ADD: The surprising connection to green play settings. Sage Publications. 33(2). 54-77.
-Kaplan, R. & Kaplan, S. (1998). With People in Mind: Design and Management Of Everyday Nature. ResearchGate. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/37717081_With_People_in_Mind_Design_And_Management_Of_Everyday_Nature
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