Rupofobia

Introducción
La Rupofobia es un trastorno de las emociones en el que el individuo siente un miedo irracional hacia la suciedad. Puede llegar a ser un trastorno grave y limitante para el individuo que lo padece. De este modo, el individuo manifestará un alto grado de ansiedad ante situaciones u objetos que considere sucios y puede presentar rituales de limpieza obsesivos (lavado de manos, limpieza escrupulosa de enseres, objetos, ropa, etc).
Hoy sabemos que la ansiedad se caracteriza por un alto nivel de activación. Esta activación prepara al cuerpo para la lucha o la huida. De este modo, ante la amenaza de la suciedad, se utilizarán estrategias para eliminar la suciedad o para evitarla. En una ocasión conocí a una persona cuyos comportamientos podrían ser compatibles con este trastorno, tratemos de imaginar cómo podría ser un día cualquiera de esta persona.
Un día en la Vida de una Persona con Rupofobia
El reloj suena a las 6am, aunque Maribel (nombre ficticio), no entra a trabajar hasta las 9, necesita levantarse con antelación para concluir su ritual de limpieza a tiempo. Primero limpia el polvo, no en profundidad, puesto que eso lo hace los fines de semana, luego barre toda la casa y finalmente la friega a conciencia. Al fin y al cabo, el suelo es un foco de gérmenes y suciedad, piensa nuestra protagonista. Maribel coge de la nevera su tupper con comida. Por norma nunca come fuera y solo se alimenta de comida que ella misma prepara. Así puede estar segura de que su alimentación reúne las condiciones de higiene adecuadas. La última vez que visitó un restaurante fue cuando aún vivía con sus padres. Finalmente coge sus zapatos, abre la puerta de casa y se calza sin pisar en casa con los zapatos de la calle. Maribel siempre lleva pañuelos tipo kleenex, que utiliza compulsivamente, para tocar el pulsar del ascensor, abrir las puertas, poner en el asiento del transporte público, etc.
Cuando llega a la oficina se sienta en su mesa, pero como no se fía de la limpieza que se hace a diario ella utiliza su propio pulverizador con desinfectante para limpiar la mesa, teclado, y ratón. Después del trabajo algunos compañeros deciden ir a tomar algo, Maribel no se siente cómoda en ningún bar, pero finalmente accede. Cuando llegan, cada uno pide lo que desea tomar, pero ella siempre lleva su botellita de agua. Jamás permitiría que sus labios entrasen en contacto con un vaso “contaminado”. Aunque se lleva bien con sus compañeros y les aprecia, no puede dejar de enfocarse en tantos focos de suciedad a su alrededor. Por una parte los propios compañeros, que se encuentran muy cerca. Por otra parte la mesa donde se encuentran las bebidas. La propia silla en la que se encuentra sentada. La gente que pasa a su alrededor y a veces rozan su espalda. Incluso el propio aire que parece viciado con tanta gente hablando en voz alta y sin una ventilación adecuada. Finalmente, la ansiedad de Maribel supera su umbral de tolerancia y decide marcharse. Se despide educadamente y se marcha.
El trayecto a casa no ha resultado mucho mejor que su estancia en el bar. Gran aglomeración en el transporte público y obligatoriedad de contacto con múltiples superficies, barandillas, asideros, etc. Menos mal de sus pañuelos. Hoy ya gastó 3 paquetes. Finalmente llega a casa y respira aliviada cuando se calza sus zapatillas de andar por casa sin que toquen el rellano y sin que los zapatos de la calle pisen la casa. No le resulta complicado después de las miles de veces que ha repetido el procedimiento. Por fin en casa, piensa Maribel. Ahora toca quitarse toda la ropa “contaminada”, lavarse bien las manos y preparar la cena y la comida de mañana. Cuando termine, fregará los utensilios ensuciados y podrá sentarse unos minutos a descansar antes de ir a la cama. Ya está deseando que llegue el fin de semana y poder descansar en condiciones. Aunque sabe que los sábados toca hacer la colada y los domingos limpieza en profundidad.
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